En junio
de 2004 escribi una carta a un amigo que estaba vinculado a la Coordinadora
Democratica presentandole mis augumentos
a favor de darle un lugar destacado a los valores eticos en el programa de
gobierno que se estuvo estudiando en ese entonces. Con motivo de lo acontecido el 6D he creido
oportuno ofrecer ese texto a un publico mas amplio porque creo que son ideas
que tomaron nuevamente vigencia.
Amigo,
He visto en la prensa que en el
Comité Político de la Coordinadora Democrática estás encargado del trabajo de
definir el “Consenso País”. También leí tu artículo del El Universal de la
semana pasada y de allí también entiendo que estás ocupado de alcanzar la
formulación de un programa de gobierno para el período inmediatamente siguiente
al actual. Permíteme entonces desde mi humilde posición de ciudadano común y de
la muy honrosa de ser tu amigo comunicarte algunas ideas o más bien
aspiraciones que se me han ido haciendo cada vez más fuertes viviendo en este
oprobioso tiempo del chavismo.
Desde hace mucho tiempo hemos
escuchado el reclamo de amigos y enemigos que le piden a la Coordinadora
Democrática que defina su oferta política y que le diga al pueblo cuál es su
programa de gobierno para que se pueda apreciar que es mejor que el de Chávez.
En el reclamo subyacen temores de que el programa de la Coordinadora no tenga
elementos “de acción social” suficientemente competitivos con respecto a los
que está ejecutando el gobierno a través de las “misiones” y que termine siendo
un conjunto de lugares comunes de políticas públicas de corte demagógico y populista
con poca credibilidad y “punch” político. Claro, esos temores están generados
por el convencimiento de que el desastre chavista resultó de procesos políticos
que no atendieron el agravamiento de la pobreza y la marginación de grandes
masas y que cualquiera que sea el gobierno deberá asignar recursos masivos para
programas sociales. Es decir, tienen claro de que de esas mayorías empobrecidas
hay que ocuparse urgentemente.
Esto justifica tu posición de que,
en lo del programa, primero que todo debe
estar “la reactivación de la economía y un fuerte acento social” seguidos de
“la gobernabilidad” y la escogencia del líder. Con esos componentes yo estoy de
acuerdo. No obstante, siento que en eso hay una ausencia imperdonable que estridentemente
reclama por ser incluida. Son las bases éticas de la acción de gobierno las que
faltan. En mi opinión, lo primero que hay que ofrecer al pueblo venezolano es
un gobierno capaz, honesto, equitativo, justo, compasivo, responsable,
cumplidor, austero y en general decente. Hay que comprometerse con el pueblo de
que para administrar y ejercer las funciones públicas, se escogerán a los
mejores y no a los incondicionales. Hay que prometer, aunque no debería ser
necesario, que se perseguirá y castigará el crimen, que se dirá la verdad, que
no se ocultará información, que no se usarán los recursos públicos para fines
privados y que la gestión será ciertamente transparente. En pocas palabras, hay
que prometer lo obvio: que el gobierno cumplirá la Constitución y las Leyes. Prometerlo
nos destaca de Chávez no por lo que él ha dicho sino por lo que ha hecho.
No solo es esto lo que Venezuela
necesita desesperadamente sino que además es lo que verdaderamente
diferenciaría la oferta democrática de la de Chávez. Por la vía de la definición
novedosa de programas sociales no se logra diferenciación. En última instancia,
ellos son aspectos administrativos y de
asignación de recursos de la acción de gobierno cuya pertinencia y eficacia
relativa dependen poco de lo novedoso de su formulación y que, si están
respaldados por voluntad política, tienen probabilidades de éxito que se fundan
en la calidad profesional y sobre todo ética de los administradores de turno.
No estoy diciendo que no hay que
formular y explicar un programa económico y social como oferta política. Lo que
estoy destacándote es que se deben incluir las
bases éticas para diferenciar políticamente esta última.
Aparentemente, cuando tu mencionas
los compromisos para dar al nuevo gobierno la “capacidad efectiva de tomar
decisiones” o sea “la gobernabilidad”, te estás refiriendo a la reconstrucción
institucional que habrá que hacer después del cataclismo chavista que ha
afectado todos los ámbitos de la vida nacional. Esa tarea no va a ser nada fácil
porque, a pesar de que no creo en chavismo sin Chávez, los delincuentes que han
secuestrado nuestras instituciones en nombre de la robolución se enquistaran en
sus cargos y crearan muchos obstáculos a la rehabilitación nacional antes de
poder ser removidos. Recuerda que deberán ser removidos respetando la
Constitución y las Leyes. Nuestra honestidad e integridad no puede depender de
que los chavistas no fueran honestos ni íntegros. Nuestro apego a la democracia
es de mucho más profundidad y alcance que el traspié histórico de la bacanal de
inmoralidad chavista. Por otra parte, no tenemos posibilidad de revocatorios
para magistrados del TSJ ni para fiscales, contralores y similares y los que
teníamos para diputados los desperdiciamos lamentablemente.
Precisamente por estas realidades es
muy importante el énfasis que el nuevo liderazgo que conduzca la reconstrucción
tenga bases morales y éticas inconmovibles que se hagan explícitas y se le
garanticen al pueblo. La lucha contra las crápulas intelectuales que Chávez
dejará atrás en las instituciones del Estado tendrá mucho más éxito si quienes
la conduzcan se sustentan en principios morales y éticos de valor universal y
no negociables.
Me preocupa sonar a cura moralista y
fundamentalista porque no lo soy. Me apresuro entonces a pedirte que te des
cuenta que estas posiciones mías responden, por supuesto, a mis propias
posiciones éticas pero en este caso se derivan de observaciones y reflexiones
realistas sobre lo que ha sido la causa principal del fracaso político del
chavismo: su falta de ética, su dependencia del engaño, del abuso de poder, del
robo y de la trampa para lograr sus objetivos. Es por eso por lo que perdió
tanto pueblo y es contra eso que debemos diferenciarnos.
Había pensado escribir un artículo
sobre esto y pedirle a Elides Rojas que me lo publicara. Sin embargo, como
participo de lo que tu denominas “la voluntad inquebrantable de la unidad”, he
temido que opinar abiertamente sobre este tema pudiera alimentar divisiones en
la oposición que hacen daño a nuestra causa. Nada más lejos de mis intenciones.
Así que preferí esta vía más privada de escribirte a ti con copia a algunos
amigos míos.
Un gran abrazo
Carlos M. Añez
29 de junio 2004