Arria vs Abrams y Pompeo
Por CARLOS M. AÑEZ
Parma,
1 abril 2020
Diego Arria me hace recordar una viñeta
que publicaba El Universal que se llamaba “Nunca falta alguien así”. Cuando estamos viendo como la situación del
régimen chavista llega al peor momento de su miserable historia, hay quien dice
que lo que están recibiendo es oxígeno político y que así no caen. Una especie
de “contrarian”.
Arria dice que siente bochorno y
alarma por las recientes acciones políticas del gobierno de los Estados Unidos
con relación a Venezuela. Él se refiere a la acusación formal como
narcotraficantes y terroristas que hizo el Departamento de Justicia a Maduro y
algunos secuaces, seguida, a los pocos dias, por la propuesta detallada de un
gobierno de transición en Venezuela para convocar y efectuar elecciones
parlamentarias y presidenciales. Sin embargo, el análisis de Arria y el mío, deberían
incluir otras acciones anteriores de Estados Unidos que van desde el patrocinio
de la gira internacional de Guaidó en febrero que culminó en el aplauso del
Congreso durante el discurso de Trump del Estado de la Unión, hasta diversas interacciones
diplomáticas con Rusia y con países latinoamericanos que han ocurrido en el
ínterin.
Realmente el argumento principal de
Arria es que “la fórmula” que Estados Unidos está aplicando no va a funcionar.
Esa “fórmula”, según Arria, se basa en un principio Jeffersoniano de creer que “unas
elecciones resuelven problemas”. Tal creencia,
por cierto, es muy popular entre nosotros, la gente demócrata, y no sé porque
es particular de Jefferson. Según el exembajador, los americanos han aplicado
esa “formula” de pedir elecciones (… digameso! ) en otras ocasiones como los casos de Haiti, El
Salvador y Bosnia (Yugoslavia) y en ninguno funcionó. No es este el sitio para discutir esas opiniones.
Nos toca mas bien destacar que la situación de hoy en Venezuela es muy
particular y diferente a esos casos. Somos un país petrolero arruinado, no hay
enfrentamiento armado pues el régimen es quien tiene armas, estamos en manos de
narcotraficantes y ladrones, en nuestro caso no hay influencias religiosas y estamos
en la era post guerra fría. No somos por tanto comparables. Tampoco
es creíble que el Departamento de Estado, aun después de la debacle trumpiana,
tenga unas “formulas” que “encasquetan” ingenuamente a las situaciones que van
encontrando. La imagen e historia de Elliott Abrams es todo lo contrario a eso.
El bochorno y la alarma de Arria
provienen de que él no está de acuerdo con la proposición de transición y no
está de acuerdo, porque no entiende que es lo que está en juego. Su diagnóstico
llega a describir la situación de Venezuela como el secuestro del país por
parte de una banda de criminales narcotraficantes, ladrones y asesinos apoyados
por Cuba, lo cual no está errado, pero sí es incompleto y desorientador. Su
conclusión es que la única solución es la intervención militar porque la banda
de criminales no se va a entregar. Arria sabe muy bien que eso requiere un
acuerdo en el Consejo de Seguridad que en estos tiempos es imposible. Quizá piensa
que tal como Putin se anexó a Crimea, cualquiera puede imitarlo y no pasaría
nada.
Acusando a Pompeo de ingenuo, le
parece que la proposición del Departamento de Estado es “pura zanahoria” sin
garrote. No toma en cuenta que el garrote ya se lo han dado a Maduro con las
sanciones, el aislamiento y la acusación. Con las sanciones lo han dejado sin
ingresos y con el aislamiento, sin amigos. No puede contar mas con China por
ayuda que supere lo que ese país les da a los países más pobres. El apoyo de
Rusia se limita al veto del Consejo de Seguridad que no es muy útil mientras no
se plantee invasión. Ya Rosneft le pasó
sus activos al gobierno ruso con lo cual Putin queda tranquilo con tener su
pica en Flandes.
Arria le sale al paso al argumento
de que la acusación del DOJ y la DEA sean el garrote porque si al final se les
pide y se les garantiza a los militares quedarse en sus cargos durante la
transición al igual que gobernadores y alcaldes, entonces se está legitimando a
los mismos que están acusados. En este tema hay que tejer fino y Arria se niega
a eso. En primer lugar, ese elemento de la proposición de Adams y Pompeo está
seguramente basado en reconocer que la transición no será un camino de rosas. La
amenaza de caos es cierta, latente y pavorosa. Entonces, ¿Quién va a estar en
las calles poniendo orden? ¿Quién va a cuidar propiedades públicas y privadas? …
tendrá que ser la fuerza armada y será la única que se tiene, la venezolana. Claro,
con comando de tropa que sea nuevo y confiable. Los generales acusados estarán ahí,
pero, o bien estarán presos en USA o se portaran bien para ganar indulgencias o
desertarán, pero, mientras tanto, que se queden en sus puestos y cumplan con su
deber. Lo mismo con los gobernadores y alcaldes. Obsérvese que la antelación de las acusaciones
respecto a la proposición de transición es la correcta. Si las acusaciones
hubiesen seguido a la proposición habrían sido vistas como castigo por no
aceptar la proposición, perdiendo credibilidad e impacto.
En mi opinión, las acciones de
Estados Unidos en coordinación con otros países y con Guaidó y las fuerzas
democráticas en el terrible contexto social, económico, sanitario y político
que estamos viviendo, anuncian una fase de desenlace que deja de ser en algo
impredecible.
Post data
Hay que destacar que otros
comentaristas (ej. Quico Toro) han coincidido con Arria en que la propuesta de
Adams y Pompeo no va a funcionar. Pero la razón principal es que Maduro no la
va a aceptar. Eso es obvio, pero no por eso hay que rechazarla ni creerla ineficaz
políticamente. Tiene impacto político porque dibuja con claridad diáfana un
horizonte posible, auspicioso, ordenado, legal y constitucional, inmaculadamente
democrático y sin promesas populistas incumplibles, realista y optimista lo
cual le cae muy bien a la población venezolana en esta hora negra de su historia.
Su virtud es de orientación como corresponde a un buen liderazgo. También ofrece
coordenadas de referencia a aquellos militares que todavía deseen ayudar a
reconstruir el país. Ese documento ya entró a los futuros libros de historia de
Venezuela.